Tema del Mes

Nota: Lo invitamos a participar, enviando a nuestro E-Mail
sus comentarios respecto al Tema del Mes y Temas de Meses anteriores,
que con gusto haremos llegar a los autores respectivos.


Por motivos personales y administrativos de la Editorial dejamos de publicar en los pasados meses de junio y julio nuestra acostumbrada sección "Tema del Mes", pero ahora, agosto del 2025, les tenemos una excelente colaboración de nuestra constante lectora y enriquecedora de contenidos, la Dra. Carmen Real, desde Zürich, Suiza.

Motivada por el "Tema del Mes" de mayo 2025, "Remedios ante la crudeza de la realidad", ella nos envió sus reflexiones, que estamos seguros les causarán el mismo buen impacto que a nosotros.

Agradecemos, como siempre, a la Dra. Carmen Real por su tiempo, energía, cultura y disposición a compartirnos sus interesantes reflexiones.

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Editorial Fata Morgana
Dra. María Guadalupe Abac Archundia
Fundadora y Directora
México
Agosto de 2025Flag Counter
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Por Dra. Carmen Real
Doctora en filología en literatura hispánica, por la Universidad Complutense de Madrid.



Un diminuto, casi imperceptible centro
     lleva el todo en sí, lo hace florecer,

¿o es el mundo circundante
     el que hace posible ese corazón
          floreciente y centrado?

(Carmen Real, Zúrich julio 2025)



Querida María:

    Espontáneamente te hago llegar algunas reflexiones en torno a las últimas conversaciones que tuvimos sobre la actualidad. Recuerdo que quedaron bastantes preguntas en el aire que me estuvieron rondando en mi interior y deseo compartírtelas por este medio.

    Me animó a enviarte mis comentarios la última imagen publicada con el antídoto ante la crudeza de la realidad (ver Tema del Mes de mayo 2025, “Remedios ante la crudeza de la realidad”). Y sí, en parte estoy regresando a la lectura, a los libros, pero por sobre todo estoy resignificando lo que estuve haciendo en estos últimos años, me refiero a mis paseos por la naturaleza, la revalorización del entorno y un diálogo renovado con el mismo, que ha fructificado en actos creativos, una especie de diminutos centros de gravedad que me fueron centrando y guiando desde ese centro redescubierto hacia la raíz.

    Estuve haciendo malabarismos y entradas y salidas de todos esos contenidos reciclados de las matrices de libros o de las investigaciones de mentes tanto científicas, como místicas y poéticas, además también prácticas, presentados por la moderna tecnología para un público a nivel mundial. Me aficioné a las recetas de cocina, por ejemplo, y a todo lo que me hablara de plantas y flores, de sustancias medicinales, etc. Y así iba yo lidiando con aspectos alarmantes del aislamiento, las ausencias, y los vividos abandonos del entorno social que me rodeo en mi época laboral activa, anterior a mi jubilación. Qué ironía, pensaba, la jubilación debería ser una etapa de júbilo… y si embargo mi arca se iba vaciando, vaciando…

    Hasta ahí la así llamada tecnología parecía llamada a paliar algunos efectos desagradables que iba generando a su paso sin tener consciencia de ello. Eran logros que hacían avanzar a la humanidad en muchos ámbitos, sobre todo en la medicina, las ciencias en general y la expansión y democratización de contenidos que hasta ese entonces formaban parte de círculos cerrados, de libros no disponibles para todo el colectivo, etc. No obstante, indagando más, comencé a observar cómo, imperceptiblemente a la par que avanzábamos, que la humanidad alcanzaba logros, tenía que bregar con las consecuencias negativas no previstas de los mismos. Al tiempo que se celebraba la conexión, la virtualidad de largo alcance que conectaba países y continentes, comenzó a sobrevolar al aire optimista y de progreso el aislamiento, la fragmentación, las disociaciones, sobreviniendo una experiencia de marcada dualidad. Y en ese momento hizo su presencia el anhelo de la presencialidad, de ver a las personas de cuerpo entero y no solamente como un torso con cabeza parlante, no como una imagen incompleta sino como una presencia que llama al abrazo.

    Retomé algunos libros de Jung en torno al Sí-Mismo, a la fenomenología del Espíritu, a la Alquimia, al análisis de los Complejos, al proceso de Individuación, a los Arquetipos; con gusto estoy ahora volviendo a las imágenes de mi propia psique, y de la psique colectiva, y desde ahí me atreví a mirar de frente a uno de los grandes logros de la tecnología actual: la IA, o Inteligencia artificial. Recordando las advertencias de Jung con respecto a la identificación excesiva con el intelecto y la técnica, de que ésta podía generar una disociación interna, una desconexión con las raíces simbólicas y arquetípicas de la existencia. Cuando la tecnología se convierte en un fin en sí misma, deja de ser un puente hacia el conocimiento y puede convertirse en prisión.

    Creo que estamos ante un mito moderno con reminiscencias claras que aluden al mito del Demiurgo, tan caro al gnosticismo, que Jung estudió detenidamente en su momento; es decir, el Demiurgo como un arquetipo del Creador, o de un dios menor que crea a partir de una sustancia imperfecta y lo hace desconectado de la totalidad divina. Por cierto, esto merece más consideraciones e investigación, lo que excede mi propósito de reflexionar sobre temas de actualidad. Tan solo añadir aquí someramente, que la humanidad que en estos momentos se imagina a sí misma como en un proceso de ascensión de conciencia, en algún momento será retada a confrontarse con la sombra que todo proceso de individuación conlleva: la proyección de la sombra. Esa parte negada de nosotros y proyectada hacia el exterior; ya han aparecido señales de ese miedo a ser controlados por nuestras propias creaciones. Efectivamente, por doquier, tanto en el cine como en la literatura, van apareciendo distopías tecnológicas que nos muestran una sociedad totalitaria, controladora y asfixiante. Estas modernas distopías se suman a las tradicionales, que aparecieron antiguamente como producto de la proyección del arquetipo del Demiurgo, obras como Frankenstein o el Golem, por nombrar tan solo dos clásicos en este género.

    Volviendo al antídoto, con Jung aprendimos que llevamos dentro imágenes eternas que buscan desplegarse en la vida. El Demiurgo es una de ellas. Podemos encarnarlas inconscientemente o integrarlas como parte de nuestro poder creativo en dialogo con el Self o Sí-Mismo, con el misterio y el sentido. Todo ello implicaría una práctica activa de la simbolización, la lectura o relectura sobre arquetipos y símbolos, el mito también juega un papel importante aquí, una apertura a lo numinoso. Algo de eso ya ha comenzado a gestarse en la actitud de algunos científicos que se están abriendo a la espiritualidad.

    Dejo mis reflexiones en este punto, por mi parte he retomado la lectura y la he integrado a mi antídoto adquirido recientemente, mis paseos, mis diálogos con la poesía, la palabra alada, con alma y espíritu, el entorno, el conocimiento de plantas y flores, el dibujo ocasional, en fin, el momento presente que me invita a vivir aquí y hora. ¡Ah!, y la conversación ocasional con desconocidos, el sonreír a los que me sonríen en los encuentros ocasionales, la entrega espontánea a la vida.

Recibe un amoroso abrazo por ahora virtual, desde mi corazón,
Carmen.

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