Reflexiones de Fin de Año

Como todos los meses, les doy la bienvenida a este nuevo Tema del Mes, y también les agradezco la atención e interés que ponen al leerlos y comentarlos. En esta ocasión, quiero compartirles algunos temas que me rondan estos días, que parecieran independientes entre sí pero, vistos en conjunto, bien muestran que son interdependientes...

Hay un mito que dice que el hombre representa, a diferencia de plantas y animales,
el "Vacío" que no puede ser satisfecho. Y, para mí, este "Vacío" no puede ser satisfecho
porque lo proyectamos al exterior, al Ánima Mundi, llámense: dinero, poder sobre el
otro, ambición, celos, rabia, posesión, violencia, etc.

La imposibilidad del querer llenar nuestro "Vacío" interior con objetos del exterior nos
genera más frustración e insatisfacción dentro de nosotros y, yendo al extremo de
este ciclo, nace el deseo del poder absoluto, y con éste, el odio y la destrucción.

Arquetípicamente hablando, la destrucción, el botín y el sacrificio, incluyen a lo femenino,
a lo joven, a lo generador de vida, y lo vemos representado en la brutal violencia que
hacemos a nuestro planeta, la Tierra.

Humanamente hablando, cuando entra el poder absoluto y su violencia cruel, como
dirían los colombianos, se olvidan las caras, el nombre y la historia de las víctimas.

En ambos niveles, es sólo con el Amor, y sus aspectos reactivos y creativos, que
podemos equilibrar a la destrucción y el odio.

Algunos de esos aspectos del Amor incluyen la compasión humana (tema tratado aquí el
mes anterior) y, también, uno de los instintos que menciona Jung, la reflexión. Pienso que
si somos capaces de reflexionar hay entonces una imposibilidad de causar la violencia
hacia el otro y/o hacia uno mismo, porque ya no somos esclavos de nada y de nadie.

En relación a esto, en Editorial Fata Morgana nos unimos al dolor de las pérdidas de todas
aquellas víctimas de la violencia producida por la barbarie, su ambición y voracidad, una
forma humana que no ha podido ser superada.

Aquí quiero usar las frases recientes de dos amigos míos que viven en París, Francia,
uno artista y el otro editor:

“Cargo un luto muy fuerte, y siento también que ahora tenemos que armarnos, armarnos
con nuestras armas: las ideas y la ficción.” (Enrique Pardo).

“Mas hace falta, a pesar de todo y sobretodo, continuar la vida, amar los libros y la cultura,
gracias a la cual se obtiene la libertad.” (Thierry Auzas).

Para terminar, deseo que en este mes podamos todos compartir lo mejor de nosotros,
no nada más con los seres cercanos sino también con los lejanos y ajenos. Y que,
a través de la reflexión y el amor, podamos entender el origen y manifestaciones de la
violencia, arquetípica y personal, para no ejercerla nosotros mismos hacia los demás.

Les recuerdo que el mes de diciembre es el mes en que se conmemora, en el mundo
cristiano, el nacimiento de la promesa del Dios del Amor... Jesucristo. Y, para mí,
Jesucristo encarna el símbolo del arquetipo del Amor al hombre, para redimirlo, pero
en sí está conteniendo a su opuesto en tensión, que es la violencia arquetípica.

Para lograr esta redención Él padeció, sufrió y, finalmente, fue crucificado (la palabra
crucifixión implica la tortura mayor que se le puede infligir a un ser, el mayor sufrimiento).
Pero no fue aniquilado por tal manifestación extrema de la violencia, sino que la tensión
de opuestos dio lugar a la aparición de la Función Trascendente, cuyo símbolo es el
Dios resucitado, que es la promesa del Amor y el Perdón

Dra. María Guadalupe Abac Archundia
Diciembre de 2015