Tema del Mes > Septiembre 2013

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En esta preocupación mía por la creación o recreación de nosotros, a través del análisis junguiano y/o de expresiones del arte, como el canto, danza, escultura, música, me llega un legado de cuentos de la artista María de Céspedes, quien usó el análisis junguiano, junto con otras técnicas de arte, para conocerse a sí misma.

Son cuentos de una belleza muy especial, en donde se habla del encuentro con nosotros mismos en los reflejos producidos a través de una llama y un espejo. Ella usa el simbolismo de la llama con el significado del fervor, y el simbolismo del espejo con el de la contemplación.

Se dice que hay tres vías para la creación: activa, pasiva y contemplativa. De éstas, María de Céspedes nos invita a usar la vía contemplativa para poder recrearnos.

Vivimos en una época en la que nos exponemos al otro, sin darnos tiempo para contemplar nuestro propio reflejo, ni en la mirada del otro ni en el espejo de la vida. Vivimos este tiempo de extraversión, poco usamos el tiempo de reflexión y menos aún el de la contemplación. Buscamos ser vistos y admirados por los otros, pero no tenemos ese fervor de contemplarnos y encontrarnos a nosotros mismos.

Por lo anterior, me parece muy oportuno el compartir con ustedes algunos de los cuentos de María de Céspedes. Este mes les presento el primero de ellos.

Dra. María Guadalupe Abac Archundia
Septiembre, 2013


MARIA DE CÉSPEDES
por Georgina Robles

María de Céspedes fue una artista, filósofa, pintora, bailarina, escritora, actriz… y muchos personajes más.

Nació en Francia, siendo hija de padre cubano y madre francesa.

Los primeros años de su vida creció en un circo de teatro, danza y canto, propiedad de sus padres, y creo que eso determinó su espíritu gitano.

Como a los 15 años de edad empezó a montar obras de teatro que ella hacía y a reunir su propia compañía de teatro; en ésta sus miembros se volvieron una gran familia y continuaron una relación muy cercana hasta el fin de sus días.

Viajó con su compañía por todo el mundo, viviendo varios años en la India, Canadá, Sudamérica, hasta que se estableció en México.

Al principio vivió en Tabasco, en donde montó el “Teatro Barco”, el cual iba por el río Grijalva dando espectáculos de pueblo en pueblo.

Era una mujer que buscaba más allá de lo evidente.

Con frecuencia podía ser vista como una mujer excéntrica, hermosa, talentosa, inteligente y especial, debido tanto a su forma de vivir, como a su manera de relacionarse con el mundo y las personas que la rodeaban.

Con ella no podía haber comentarios casuales, todo lo exploraba hasta donde le era posible. Siempre estaba en búsqueda de tener y crear consciencia.

Era una excelente lectora de las cartas del Tarot, en lo cual aplicaba todas sus habilidades personales y sus amplios conocimientos de la psicología junguiana para hacer sus interpretaciones. Era impresionante todo lo que lograba describir a través de sus lecturas, y lo que nos hacía reflexionar a través de ellas.

Ella decía ser ciudadana del mundo, hasta que llegó a México, en el cual, como ella decía, encontró por fin el lugar con el que su alma hacía una perfecta sintonía.

Murió en San Miguel de Allende, después de una vida maravillosa en la que se dedicó a conocerse a sí misma y a construir sus sueños.

Psicóloga Georgina Robles
Amiga y alumna de María de Céspedes
Septiembre 2013
México
 

La Llama y el Espejo I
por María de Céspedes

Ella arde, él refleja. Están ambos presentes en nuestra vida, de modo mas bien tranquilizador. Sin embargo, en cuanto se trata de otorgarles un sentido simbólico, ya no resulta tan fácil el acercarse a ellos. El espejo incita a la contemplación. La llama nos habla de fervor y de fe. Nos enfrentamos a dos elementos de los que carecemos casi por completo, al dejarnos sumergir por el flujo de nuestras preocupaciones cotidianas. Fervor y contemplación se han convertido en valores que se reducen a algún contexto religioso; son nociones que han sido relegadas a un rincón del desván de nuestra memoria, por considerarlas superadas e inútiles. Ya no tenemos tiempo de ocuparnos de tales desperdicios. De hecho, ya no tenemos tiempo para nada. Hemos perdido el tiempo. Corremos detrás de él. ¿Acaso tendríamos, como Proust, que ir en su busca de nuevo? Tal vez así seríamos capaces de redescubrir el significado auténtico de la palabra contemplación: el de una especie de observación enamorada… y el de la palabra fervor: esa maravillosa llama secreta, que vigila bajo la ceniza de nuestras angustias…

Porque amo profundamente esos dos símbolos y porque creo en ellos, pues para mí los símbolos viven, invito aquí a quien desee cuestionar y reconsiderar, con esa ayuda, los hechos de nuestra existencia. La imagen posee un poder subjetivo mucho más fuerte que la palabra: la precede; es el lenguaje de nuestro inconsciente. Al dormir producimos imágenes, y tal actividad está científicamente reconocida como indispensable para nuestro equilibrio psico-fisiológico. Tenemos, pues, que soñar…

Imaginemos que gracias a alguna intervención mágica, nos encontramos de pronto en una habitación tranquila y misteriosa, muy íntima, bañada en una luz suave y tenue; aunque nos parezca desconocida, esta habitación nos recuerda algo a la vez impreciso y esencial; ahí, en una mesa, un gran espejo ovalado, en un marco muy antiguo, refleja los mil centelleos de una veladora… ¿Quién la habrá encendido? ¿Y por qué estarán ambos, la llama y el espejo, esperándome? Pues, tal parece que están ahí para mí… Me acerco, presa de una extraña melancolía, como si tuviera que recordar algún valor olvidado, o inventar algo nuevo… No sé en dónde situarme… Vacilo entre el recurrir a la memoria, o el abrirme al impulso de una esperanza… Hago un esfuerzo para sentarme frente al espejo… No es tan fácil… Su presencia me cohíbe… La llama ilumina mi rostro desde abajo, y le da un carácter enigmático que no reconozco. Es un ser ajeno que me está observando, un ser tan antiguo como el espejo, y que parece interrogarme. ¿O seré yo quien lo interroga?… ¿Y quién debe responder a quién, y a qué?… Lucho en contra de un vértigo que me invade… Quiero volver a encontrarme en mi propio pellejo, y me aparto de mi imagen, para ver sólo el espejo… Es muy bello, de verdad… Y ahora me enseña que sabe formar, con sabiduría y talento, todas las imágenes capaces de ayudarme a resolver los conflictos de mi mente, y a responder a los anhelos de mi alma…

Es un secreto. No lo confiaré a nadie. Ya sé qué clase de burlas provocaría, de parte de todos los que no toleran que “Les vean la cara”…

Espejo mágico, te consultaré, cada vez que tenga el valor de alejarme de la excitaciones del mundo exterior, cada vez que demasiado cansada, aspire a penetrar en las moradas del silencio y de la paz.

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