Tema del Mes > Junio 2006


El Significado del Dinero y la Psique
Parte # 4
Por Daniel de Laborde (*)
Rev. 17/5/06


En artículos anteriores (ver Partes # 1, 2 y 3, en Temas de Meses anteriores) intenté proporcionar algunas referencias históricas y comentarios acerca de la carga emocional que genera el dinero, ya sea de manera consciente o inconsciente.

Sin embargo, quizás un análisis de su impacto en mí mismo sea más ilustrador. Estos artículos me han permitido rastrear o anotar algunos de los pensamientos o reacciones que tengo frente al dinero que gano, al que gasto y a mi relación con lo material. Me doy cuenta, desgraciadamente, que mucho se mantiene inconsciente...

El dinero me genera inquietudes que trato de aminorar y hasta de encubrir con distractores o con indiferencia. En el fondo, creo que hay en mí un proceso de auto-engaño: el de pensar que lo que gano o tengo es suficiente; lo que consumo, lo hago con medida o "sabiamente" y, que lo que doy, es generosa y altruísticamente. También, me imagino que el dinero no es tan importante para mí como muchos dicen. Además, siento que evito profundizar en el tema pensando que lo que hago es apegado al "sistema" que nos rodea a todos, y por lo tanto que no hay gran cosa que hacer mas que vivir en él respetando ciertas "reglas".

Voy a tratar de retomar por partes estos diversos aspectos.


LA SUFICIENCIA

El pensar que gano o tengo lo suficiente es posiblemente un acomodo entre varios factores. Es claro que es "suficiente", si no a duras penas estaría escribiendo, pero puede también deberse a un profundo deseo reprimido de tener más, mucho más, de ser visto, admirado y solicitado por mi "riqueza", pero para lo cual no necesariamente me siento dispuesto a dedicar la energía que corresponde. Tampoco estoy dispuesto a entregarme y hacerme responsable de este anhelo latente y enfrentar los retos que requiere. Lo anterior exige compromiso, esfuerzo, dedicación, valor para pelearse, para vencer y lanzarse a "conquistar el mundo". En el fondo, el "precio" a pagar me parece demasiado elevado y no estoy dispuesto a pagarlo. Me quedo con algo que es "suficiente".

También, el ver mis ingresos o mi capital como suficientes, puede ser el efecto de un trasfondo moral, de lo colectivo. La cultura que heredé y las enseñanzas familiares siempre fueron de no caer en la trampa del dinero y de vivir "bien" con lo que se tiene. Pero estos mensajes no siempre fueron o son del todo coherentes dado que siempre hay, en lo cotidiano, referencias o alusiones admirativas a lo que tienen los demás o al éxito de alguien en base a sus logros económicos.

Además, detrás de esos "sabios" comentarios de vivir "bien" con lo propio, puede esconderse un mensaje de resignación, una recomendación velada de aceptar las cosas como son, implícitamente reprimiendo impulsos de superación o de creatividad en campos mas allá del dinero.

En mi caso, creo recordar un mensaje repetitivo de que el éxito profesional y ganar dinero son anhelos deseables pero que de ninguna manera se trata de vivir para "hacer fortuna", un objetivo considerado mas bien degradante. La diferencia entre los dos no siempre es fácil de distinguir.

Igualmente, esta noción de suficiencia puede ser el producto de culpabilidad al ver pobreza y desigualdad en el mundo. ¿Como podría yo justificarme el ganar más cuando otros sufren de escasez?. Resulta ser satisfactorio el "pensar" que si modero mis ambiciones, es en el fondo una acción "altruista" aunque pasiva. Pero detecto una inconsistencia mayor. Si tal fuera mi lógica ¿porqué entonces no luchar de manera práctica para aliviar o intentar erradicar pobreza?. Se trata de convertir la pasividad en acción. Nuevamente, el precio a pagar, el compromiso moral y el riesgo de ir en contra de un cierto modo de vida, me parecen demasiado elevados. La comodidad de estar como estoy me mantiene en este status quo.

Otro punto sutil e inquietante es la atribución que me hago de lo que en el fondo no es mío y que contribuye a la noción de suficiencia. Al estar casado, ¿qué tanto no estoy asumiendo que lo que es de mi esposa es mío?. ¿Qué tan explícita es esta "apropiación"?. Cuando menciono que tengo lo suficiente, ignoro la parte importante que aporta mi esposa y de la que me permito disponer – con debida medida - como si fuera mía y viceversa. Por razones o excusas de "practicidad" colapso bienes e ingresos en un solo todo, pero me doy cuenta que, al no ser un proceso explícito, hablado o acordado (ver Temas de Meses anteriores, Parte # 3, Diciembre de 2005), existe un malestar en ambos y que preferimos habitualmente no discutir abiertamente en aras de no afectar la cohesión, el equilibrio, la "vida" de pareja.

También quiero mencionar la suficiencia (en dinero) como "logro de vida". Jung mencionaba 
(ver Temas de Meses anteriores, Parte # 3, Diciembre de 2005) que la acumulación corresponde a una etapa de vida, a un ciclo natural: después de una fase en la que la prioridad es probarse y comprobar que profesionalmente uno es capaz, acumulando lo que socialmente es esperado de uno, viene una etapa de mayor introspección. Yo haría el paralelo entre acumular capital y, posteriormente, gozarlo. Pero siento que la meta se va recorriendo sola, que la acumulación no parece tener límite y por lo tanto, que el concepto de suficiencia es virtual. ¿Qué es lo que me impide declarar "esto es realmente suficiente para mi"? La energía acumulada a través del dinero no parece llegar a un límite de suficiencia. De hecho, más tarde, en la vejez, conforme decrece la energía vital, es común concederle mayor energía al dinero. Se convierte en fuente de preocupaciones o de obsesión, de saber si "alcanzará" y desconozco la forma de detener el circulo vicioso de acumular más para estar tranquilo, cuando éste genera inquietudes y el efecto pernicioso de desear aumentar lo acumulado.


EL CONSUMO

Otro elemento de inquietud en mi relación con el dinero es lo que hago con él o la forma en que lo gasto. Tiene una relación con el concepto de suficiencia mencionado anteriormente. Al comprar algo, trato de pensar si es necesario y me doy cuenta de un mecanismo sofisticado de auto-justificación. Algunos de mis argumentos comunes son: "Es algo que necesitamos", "Hace tiempo que lo estaba buscando" o "En mi casa van a estar encantados". Pero en el fondo, ¿no se trata de una forma de auto-gratificación?, ¿una forma de decirme que lo merezco, que tengo la capacidad económica de compra, de hacer como los demás o lucirme frente a ellos o, simplemente, un mecanismo para justificar, a su vez, el requerir de más ingresos?

Me molesta ligeramente también la palabra "consumo" o consumidor. Recientemente, por el tema de la ecología y de economía sustentable, el consumir ha empezado a tener para mí una connotación de desgaste de un recurso. En la naturaleza no se habla de la cantidad de sol o de nutrientes que "consume" una planta. Solo se habla de un concepto de alimentación, de nutriente y es importante recalcar que la naturaleza sólo se alimenta con lo que necesita.

El malgasto de dinero es sinónimo de malgasto de energía, malgasto de vida y esto desencadena forzosamente la inquietud de cómo evitarlo y también la de canalizarlo a un enriquecimiento de otro tipo, de orden espiritual o de trabajo de alma.

Empujando este argumento al extremo, existe una noción de paranoia en el gasto excesivo o compulsivo que lleva a un aislamiento de los demás y a un resentimiento de éstos, que puede llevar al abuso mediante el proceso de envidia. A veces me siento incómodo al comprar algo que me diferencia de los demás y trato de justificar la compra para evitar lo anterior. Pero no deja de generar en mí, en un principio por lo menos, un sabor desagradable.

Me es difícil separar el consumo realmente necesario del que responde a un conformismo social o un deseo de lucirme. A la inversa, también puedo reconocer cómo a veces trato de ostentar algo opuesto, como el no cambiar de coche en mucho tiempo...


LOS REGALOS

Siento que se ha desvirtuado el concepto del regalo y que no soy ajeno a este cambio. Originalmente, en un ámbito de recursos escasos o de una mayor sensibilidad a la dificultad de construir, fabricar o producir, el regalo tenía un simbolismo diferente. Actualmente tendemos con frecuencia a regalar para "quedar bien" o "devolver un favor", poder pedir uno a futuro o "verse bien" en sociedad. El regalo desinteresado tiende a ser la excepción y no me refiero únicamente a lo material sino también a este recurso que todos tenemos: el tiempo.

Dicen que en algunas culturas es considerado de mala educación responder con un regalo a otro porque da la impresión de no querer quedar en deuda, despreciando lo que podría ser un gesto incondicional. En nuestra cultura, se considera "normal" corresponder a un regalo con otro y de una cuantía semejante. Se desvirtúa la característica primordial de ser un gesto de corazón y asimismo no se recibe abiertamente.

En materia de filantropía, y ésto es un tema delicado, no sabemos hasta qué punto el gesto que tenemos es realmente para ayudar al otro o debido a una razón indirecta menos fácil de reconocer. Puede ser por culpabilidad ante lo recibido (es el caso de herencias, por ejemplo) o por la forma en que esa riqueza fue obtenida (v.gr. negocios poco éticos). Puede ser un fenómeno tanto personal como del colectivo (v.gr. empresas que tratan de "limpiar" su reputación mediante donativos).

Yo me siento ajeno a lo anterior. Me cuesta mucho trabajo no pensar porqué estoy recibiendo un regalo o porqué estoy dando uno. Creo que en el fondo se debe a una inseguridad personal el pensar que a lo mejor los regalos me permiten ser percibido más favorablemente. A la inversa, al recibirlos, el tratar de adivinar los motivos del otro, pueden ser un fenómeno ya de desprecio ante lo que puede ser una mera generosidad o auto-devaluatorio. Es curioso cómo sale fácilmente la frase "no te hubieras molestado"....


EL SISTEMA QUE NOS RODEA

Tanto el impacto de mi educación como el de mi entorno (trabajo, amigos, etc.) me "sirven" para no indagar demasiado profundamente en los efectos del dinero en mí. Pocos son los que tratan de profundizar el tema. Con una conciencia tranquila de no robar, desempeñar un trabajo valorado por la sociedad y de asumir mi tarea de proveedor o co-proveedor familiar, siento satisfacer lo que la sociedad y familia requieren de mí. Esta es una reacción prácticamente inconsciente, no cuestionada. Pero justo, al ser un tema fácilmente ignorado, me cuestiono el porqué, si el dinero es fuente de tal energía y emociones, existe un "hoyo negro" al respecto en mi psique.

Nuevamente los temas de conveniencia y comodidad me vienen en mente... ¿Para qué cambiar algo que funciona?


EMPLEO VS. TRABAJO

Existe una diferencia sutil entre empleo y trabajo ("job" vs. "work") que tiene un impacto directo sobre el dinero ganado en la actividad profesional y la forma en que percibimos esa adquisición y el dinero en sí. Nuevamente, no es un concepto ajeno al de necesidad. Curiosamente, no hay trabajo que deje de ser retribuido aunque sea de manera diferida, hay una correspondencia universal. A una pasión, a una entrega ("engagement"), la vida responde generosamente, no se siente el requisito de un esfuerzo energético para obtener una compensación económica. Es Dios, o son los dioses, según las preferencias, que se encargan de retribuir. Es el sentido profundo del "Que Dios se lo pague"...

En el caso de un empleo, existe la connotación de una necesidad sin opción. Es un empleo de "8 a 6" o de "entrada por salida" o para "ganarse la vida", en donde la dimensión del trabajo hecho por placer, como trabajo del alma, como entrega desinteresada se ha desvirtuado, viendo solamente el aspecto económico de la transacción. Es medir consistentemente la equivalencia económica de lo dado y lo recibido y ésto lleva a desvirtuar el carácter del dinero.

Quizás el dinero obtenido a través de un empleo no tenga la dimensión "sagrada" del que se gana al "trabajar" y de allí puedan brotar connotaciones de culpabilidad, gasto indiscriminado o desprecio indebido al dinero.

Me considero afortunado en siempre haber tenido "trabajos" y no "empleos". Recuerdo que mismo de joven, en trabajos de entrenamiento, recibí mi sueldo con gusto y no con la sensación de haber sido explotado o engañado o midiendo el tiempo que había yo dedicado. Siempre fue suficiente. Estoy convencido que el "trabajo" en el sentido de entrega y, sobre todo, valuando la riqueza de la interacción con los demás, es fuente inherente de dinero.


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Con estos comentarios personales me gustaría concluir esta serie de artículos (ver Temas de Meses anteriores), alentando a todos a reflexionar sobre el tema del dinero y sobre todo a no ignorarlo. Dicen que el dinero es un dios muy particular. Teniéndole miedo genera codicia y, despreciándolo, es capaz de generar muchos tormentos. Sin embargo, es fuente de mucha energía positiva cuando se le trata con el debido respeto y se dialoga con él. Me doy cuenta que estos artículos son sólo un sobrevuelo, pero espero el suficiente para explorar este universo. Gracias a todos por esta oportunidad de compartir algo personal.




(*) Daniel de Laborde es asesor financiero independiente en México, desde 1985. Es co-fundador de Yturbe, Laborde y Asociados, S.C., despacho especializado en atender las necesidades de individuos en el manejo de su patrimonio financiero.


 


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